El folclor en la actualidad conforma un círculo muy amplio de la escena musical colombiana, en el que los nuevos artistas (divididos en dos bandos) optan por una parte por rescatar los fundamentos de nuestra esencia sonora como cultura multi-racial en la que lo afro se mezcla con lo antillano y lo indígena coquetea con lo campestre; mientras el otro bando asume una posición más “vanguardista”, echando mano de aquel concepto usado en la producción musical (muy de moda) “fusión” … alienando lo más puro de nuestra memoria musical con los “beats” del pop (tropi-pop), insertando arreglos de guitarras eléctricas y baterías sobre las armonías propias de la música aborigen.
¿Los compositores, productores o cantantes son artistas?, ¿acaso pueden ser considerados como agentes creadores?, o más bien como recursivos artífices que dan a luz reciclajes o imitaciones de composiciones que alguna vez lograron el reconocimiento.
¿Tendrá esto que ver con una concepción caótica del arte?, ¿ó se tratará solo de la manifestación de una nueva generación que clama por nuevos sonidos que expresen su sentir y su visión del mundo que les han heredado?.
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